sábado, 24 de marzo de 2012

PENSANDO EL AMOR


PENSANDO EL AMOR
El AMOR hace que todas las cosas brillen por sí solas y que los nudos más difíciles se desenrollen cuando menos lo esperamos, es una bella reciprocidad que hace la felicidad en cualquier circunstancia. Es cierto, con AMOR podemos decir convencidas y convencidos ¡Buenos días Mundo!

Había visto, había escuchado, había olido, había imaginado, había soñado. Aún sigo viendo, aún escucho, aún sigo oliendo, aún sigo imaginado y aún más sigo soñando, pero sobre todo ahora siento. Tantas películas formadas llenando esos caminos inciertos de verdad con caramelos y con mucho chocolate, bate que bate, pero siempre teniendo en mente lo que ella decía “nada se puede sin amor”. Mi primera experiencia de Amor, la más dulce, cálida y cobijadora, aquella experiencia que me enseñó por medio de los cuidados, de los amapuches y de un gran sentimiento mi mami, el amor más sincero y entregado que he conocido, sin pedir nada a cambio más que la felicidad propia, la que intentaba darme todo con tal y fuera lo que ahora soy, un ser orgulloso y feliz que también quiere compartir con los más necesitados esa calidez, esa esperanza, esa armonía y esa dulzura que hace vibrar el alma conocida como amor.

Él también me habló del amor “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha enviado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" - Juan 3:16, y por lo tanto había sin lugar a duda conocido del máximo Amor, de ese que ni si quiera se ve, que solo se siente, que solo se respira, que solo se piensa. Aquel amor la cual no tiene explicación porque no se sabe de dónde nace y cuesta mantener como cierto, pero que en el momento justo aparece sin decir porqué, sin dar explicación, sólo aparece abriendo los brazos y susurrando al alma que confíes, que todo estará bien, y que si Él contigo ¿quién contra ti?.

Por eso tal vez una de mis definiciones para mi favorita y para muchos utópica, pero que a través de la experiencia, puedo decir que es más cierta que el antónimo (incierta) y que lleva por excelencia una verdad restregada en la cara de muchos y muchas que no la comparten, es 1 Corintios 13:1-8 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres y si entregase mi cuerpo para ser quemado y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser, pero las profecías se acabarán y cesarán las lenguas y la ciencia se acabará”. Es inimaginable cuanto me ha enseñado ese amor, me ha nutrido y me ha dado fuerzas en los momentos menos esperados, en tiempos en que pude haber puesto en duda el sentido de la vida por la desaparición física de mi primer amor; también ayuda cuando aquellos que no saben de Amor te colman la paciencia y te hacen olvidar los principios de paz, llega y te dice, mosca! es tu hermano o tu hermana, tu camarada, tu amigo o tu amiga, siendo así, la razón guiada por el amor; y se respira..., se respira..., se respira y se comprende, se entiende, se contextualiza... en definitiva se piensa en amor y luego de respirar profundo, y luego de miles de pensamientos formulados en micro segundos para estallar, se sonríe, y se perdona.

Son de esos amores los más arraigados, los que más te centran, te ayudan a pesar de la incertidumbre a no perecer, a no caer, a no desmayar, son los que te cuidan cuando menos lo sospechas, son los que te apartan de tanto peligro y de incómodas circunstancias, sin que te enteres ni siquiera para luego poder darles las gracias, siempre están allí presentes, son los que te acercan a aquellos y aquellas que te recuerdan el amor atmosférico, a los y las que te acompañan en un momento inesperado.

Sin tanta búsqueda, ese cúmulo de amor te acerca luego de la espera, para algunos larga, para otros corta, al amor complementario, al amor compañero, a ese que se siente, que se huele, que se ve y se toca, a ese amor que cuesta llegar, a ese amor que te deja sin aliento y te lo devuelve en cuestión de segundos, a ese amor que te inspira por sobre todas las cosas confianza y que si continúa en la lucha, en el combate contra las peores pruebas, se puede reproducir, transmitir e inculcar para luego progresivamente poder hacer una cadena de amor a la que llene el mundo de equilibrio, de las posibilidades, de las alegrías, de las armonías, para que llene al mundo de un inmenso SI.

Pensando el amor solo digo, Inmenso amor eterno, inmenso amor rotundo, inmenso amor deseado, inmenso amor esperado, inmenso amor ganado, inmenso amor llegado.